El Corazón de Livingstone

Llegar al fondo de la humanidad

«La muerte olía dulce entonces, pensó». Así comienza El corazón de Livingstone, ganadora del 44º Premio Ciudad de Alcalá de Narrativa, con una contundencia que se mantiene intacta hasta el final; se trata de una historia que nos sumerge en un espacio en el que somos extraños, pero no mucho más que los seres que lo habitan. Amalia, la protagonista, lo sabe bien: «Paquito no era de verdad, ella tampoco. La gente de verdad da los buenos días, no teme poblar el mundo y si pisa una mierda compra un cupón de los ciegos». Los personajes de esta novela viven en un lugar mítico, como los Buendía en Macondo o Pedro Páramo en Comala: «¿Cuál es el colmo de una ciudad dormitorio? ¡Llamarse Camas! (risas y aplausos enlatados) ¿No es gracioso, señoras y señores? Camas, la cicatriz de una herida que se extendía desde la vega del Guadalquivir a la cornisa del Aljarafe. La expresión geográfica de mi desarraigo» y siempre mantienen sus puertas abiertas para el lector. Hasta el punto de hacernos partícipes de sus miserias más profundas. La muerte, la sordidez o la soledad son paisajes habituales en El corazón de Livingstone. Imposible acercarse con indiferencia: el poder absorbente de esta lectura es considerable.

La narración consigue mostrarnos un complejo entramado de relaciones que se mueven en la distancia y en el tiempo, esos resultados causales de los secretos y los tejemanejes de aquellos que llegaron antes que nosotros y que son parte de nuestra raíz invisible, y nuestra percepción de la realidad siempre sujeta, para bien y para mal, a la experiencia y a los sentimientos. Un ejemplo escrito con maestría, a pesar de tratarse de una escritora novel, de cómo la Historia y las historias se cruzan y se anudan de manera constante.

El corazón de Livingstone puede parecer un viaje, el de Amalia, de la Sevilla de la Transición al Búfalo actual, pero es un viaje a la sustancia humana. Eso, como puede intuir cualquier explorador, por poco avezado que sea, es una aventura en la que se encuentran bestias, espacios oníricos y leyendas increíbles. «¿Quién o qué podrá aliviarme durante el resto de mi vida de la lucidez, del dolor, de la humillación, de la vergüenza que me produce la ceguera con la que he transitado por mi destino?», se pregunta Marga Casanova, otro de los personajes de la novela (mejor que no sepan nada de ella hasta que tengan el libro en sus manos): las reflexiones punzantes que Aurora Delgado comparte con los lectores nos sitúan, sin ambages, frente al olvido, la mentira, el miedo y el dolor, pero también nos recuerdan la fortaleza para seguir adelante a pesar de todo y el coraje para cambiar de vida.

Prepárense porque la expedición les llevará lejos. Es posible que cuando regresen del viaje ya no sean los mismos. Sin ir más lejos, la que escribe termina de redactar esta reseña oyendo chicharras de fondo, ante una ventana que muestra una imagen quemada por la luz de mediodía del sur en verano y no queda más remedio que saborear de nuevo el dejo más bien amargo de la historia, pero con gusto.

Laura Redondo | Librería Casa Tomada | Sevilla