ENTRE 1936 y 1939, 500.000 españoles tuvieron que exiliarse. Sólo unos 4300 acabaron en la URSS. 3000 de ellos eran niños. Fue, por tanto, un exilio muy selectivo, limitado en el caso de los adultos a hombres y mujeres comunistas de probada y reputada militancia.
Además, Stalin no era partidario de una entrada masiva de comunistas de otros países en la URSS, y la dirección del Partido Comunista de España ya sabía que las condiciones de vida en el llamado Paraíso de los Trabajadores eran muy duras, que nada tenían que ver con las que prometía la propaganda y que esto, como finalmente ocurrió, causaría problemas y mermaría la fe y moral de los militantes.
La protagonista de Criaturas del instante, Helena Malaver, es una de esas exiliadas, como lo fueron Carmen de Parga o Alejandra Soler que, antes de que fuese tarde, dejaron escritas sus memorias. Ellas, como tantos, fueron arrastrados por la historia. Huían de una guerra y se vieron envueltos por otra, más cruel, más brutal, cuando los nazis invadieron la URS.
Y luego el desencanto.
Muchos de estos españoles, a los que se les llenaban los ojos de lágrimas al escuchar Suspiros de España, jamás volvieron a nuestro país. Quedaron allá, en el olvido.
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